Gracias al testimonio de Ceán Bermúdez se sabe que fue discípulo de Francisco Herrera, el Viejo, aunque no hay prueba documental que lo confirme.
A tenor de las obras conservadas, todas ellas correspondientes a sus últimos años (entre 1658 y 1675), Llanos Valdés se demuestra deudor del estilo de Zurbarán, aunque obras tan tempranas como la Santa María Egipcíaca de colección particular sevillana, firmada y fechada en 1658, se acomodan mejor dentro de la órbita del joven Murillo. Sin embargo, es curioso advertir cómo en obras posteriores, como la Inmaculada del marqués de Gómez de Barreda, fechada en 1665, se aprecia un retorno a los modos zurbaranescos de la década de 1630. También se han señalado ecos de la pintura genovesa en obras como la Vocación de san Mateo y el San Juan Bautista ante el Sanedrín de la catedral de Sevilla.